habilidades no cognitivas

HABILIDADES NO COGNITIVAS

¿Qué son las habilidades no cognitivas? ¿Qué son las emociones? ¿Cómo afectan las emociones a nuestro aprendizaje? ¿Dedicar mucho tiempo a estudiar es sinónimo de calidad educativa? ¿Cómo se puede mejorar la concentración, la resiliencia y la empatía? ¿Cómo influyen la alegría y la motivación en nuestra predisposición para aprender?

El eterno debate sobre cuál es el mejor método para aprender con una u otra metodología, de memoria o experimentando, motivado u obligado, parece no tener fin.

Sin embargo, hoy en día tenemos datos científicos que nos arrojan información sobre el importante papel que juegan las emociones en nuestro proceso de aprendizaje.

Imaginemos un aula donde los alumnos aprenden con gusto, un colegio al que los alumnos acuden con alegría, día tras día.

Ahora imaginemos un aula donde los niños aprenden con miedo a equivocarse, un centro educativo poco apetecible para pasar una jornada completa, día tras día.

Por último, pensemos como adultos. ¿Cómo trabajamos cuando estamos motivados y valorados y cómo lo hacemos cuando trabajamos frustrados o poco valorados?

Es fácil comprender cómo afectan las emociones, ¿verdad?

Cualquier propuesta pedagógica debe tener en cuenta la motivación a la hora de crear actividades atractivas para los niños. Para ello debemos doblar nuestros esfuerzos en distintos aspectos:

  • Aceptar el error. Dedicar tiempo a la construcción de actividades y ejercicios de calidad, que animen a los alumnos a superar retos y que no antepongan los resultados al trabajo realizado con esfuerzo.
  • Motivación y entusiasmo. Recuperar la alegría en las aulas. La alegría no debe ser entendida como el griterío y la fiesta. La alegría es un estado de ánimo que se transmite de unos a otros y que anima a participar gratamente en las actividades educativas.
  • Espacios adaptados. Crear espacios donde se respeten los distintos modos de aprender: Los rincones, el control del ruido, la luz, los materiales adaptados, hacer uso del espacio exterior, introducir en el aula las ayudas necesarias para aquellos que las demanden, etc. Cada niño debería disponer de aquellos recursos que le hagan sentir seguro y mejoren su rendimiento académico.

Educar las habilidades no cognitivas permitirá a los niños desarrollar su capacidad de autorregulación, el control de impulsos, las habilidades sociales, la reflexión, etc. Así, estaremos formando niños y adultos con valores y aptitudes para:

  • Adaptarse a los cambios.
  • Adquirir herramientas para la resolución de conflictos.
  • Mejorar la escucha activa.
  • Adaptarse al trabajo en equipo.
  • Estimular la reflexión y la comprensión.
  • Mejorar la capacidad de concentración.

Para poder desarrollar estas habilidades no cognitivas, hay que integrar la educación emocional en las propias materias, preparando actividades que encajen perfectamente en el currículum académico.

No serviría de nada crear una materia que trabajase en exclusiva la inteligencia emocional, pues de ese modo estaríamos creando un aprendizaje estanco, con lo que los alumnos no serían capaces de aplicar esos conocimientos en distintos contextos y disciplinas.

La empatía, el respeto, la resiliencia, la reflexión, la mentalidad de crecimiento, etc., deben entenderse como un todo, como una forma de ser, como una manera de enfrentarnos a la vida, que nos ayudará a actuar de un modo u otro, independientemente del lugar, el aula o la asignatura que estemos aprendiendo.

No solo debemos ser respetuosos en una asignatura, el respeto debe ser una actitud y un hábito adquirido para toda la vida”.

Tan importante es trabajar habilidades no cognitivas en los centros educativos, como en los hogares. Por ello, muchas de las actividades propuestas deben invitar a las familias a caminar en esa dirección:

  • El diálogo fluido y constructivo entre escuela y familia será parte fundamental del éxito.
  • Actividades y propuestas que estimulen a los niños a observar su entorno y a las personas que los rodean.
  • Crear hábitos emocionalmente saludables y buenos valores ante la vida.
  • Empatizar y comprender la diversidad de familias, sus situaciones personales y como afectan a los niños.
  • Cooperar con las familias y permitir que entren y compartan sus conocimientos en los colegios, incorporando los grupos interactivos y comunidades de aprendizaje como modelo para apoyar el desarrollo emocional.

Hay que hacer llegar a los hogares la importancia que tiene para el desarrollo de los niños el cuidado de las emociones en el propio hogar.

Sobrecargar a las familias con actividades y deberes que generen enfrentamientos y rompan la calma del hogar resulta contraproducente para el aprendizaje emocional de los niños. Por el contrario, se pueden hacer propuestas mucho más enriquecedoras y motivadoras para que las familias puedan cooperar con los contenidos escolares, al tiempo que crean vínculos emocionales más positivos:

  • Cocinar, tiempo en familia, lectura de recetas, comprensión, ejecución, desarrollo de la motricidad fina.
  • Leer cuentos antes de dormir, minutos de calma previos al descanso, rutinas, adquisición de nuevo vocabulario y nuevos conocimientos, animación a la lectura, etc.
  • Observar las estaciones del año, recoger objetos representativos, leer textos específicos, hablar sobre los cambios de cada estación.
  • Cultivar el diálogo, temas de conversación en familia.
  • Leer noticias de interés académico.
  • Visionado de películas o vídeos educativos.
  • Experimentos caseros.

Mejorar las habilidades no cognitivas implica ser capaces de llegar a acuerdos entre escuela y familias. Solo si los adultos de hoy somos conscientes de nuestra responsabilidad en el desarrollo emocional de los niños, seremos capaces de dotarlos de las herramientas necesarias para enfrentarse del mejor modo al futuro.