
ENTORNOS ENRIQUECIDOS
Cuando queremos que una planta crezca sana, buscamos el espacio más adecuado para que se desarrolle del mejor modo posible. Así, intentaremos que las horas de luz se adapten a sus necesidades, regularemos el riego, añadiremos buena tierra para que la raíz reciba los nutrientes necesarios y estaremos atentos a cualquier plaga que pueda perjudicar su evolución.
Cuando hablamos del crecimiento del ser humano no somos tan exquisitos. Suele ocurrir que, al igual que cada planta tiene sus necesidades particulares de luz, en la niñez cada aprendiz tiene sus necesidades específicas de aprendizaje.
Sin embargo, todos los niños trabajan bajo un mismo formato y no se suele tener en cuenta las necesidades que cada estudiante precisa saciar para su correcto desarrollo y, en muchos casos, el modelo de enseñanza-aprendizaje hace que se presenten niveles altos de estrés en niños y jóvenes.
Todo esto afecta negativamente al desarrollo del cerebro del niño, reduciendo, o incluso bloqueando, los nuevos aprendizajes.
¿Y qué podemos hacer para cambiar este modelo arcaico y poco motivador?
Sabemos que nuestro cerebro aprende o se modela con todo lo que lo rodea (plasticidad cerebral), con lo que comemos, con nuestros actos hacia los demás, con el deporte que realizamos, etc. Es decir, que nuestro entorno nos hace crecer y ver la vida de un modo u otro.
Por tanto, si actuamos sobre ese entorno que nos rodea del modo correcto, estaremos ayudando a crecer a las neuronas, actuando directamente sobre el aprendizaje y la memoria, al igual que hemos intervenido en la calidad de vida de la planta.
Por lo tanto, si queremos ayudar a nuestros hijos o alumnos a mejorar su rendimiento académico, su manera de pensar, razonar, su manera de ver el mundo o de enfrentarse a la vida, debemos crear entornos de calidad o entornos enriquecidos.
¿Cómo creamos entornos enriquecidos? ¿Qué repercusión tienen sobre nuestros hijos o alumnos?
Un entorno enriquecido hace referencia a todo lo que rodea al niño, al joven o al adulto.
Todo lo que implique generar nuevas experiencias de aprendizaje va a suponer un aporte inestimable para el cerebro de nuestros hijos y alumnos. Desde nuestra manera de hablar y explicarnos, hasta los libros o actividades que pongamos a su alcance.
Tener una buena base de conocimientos, o experiencias previas, les permitirá enfrentarse a los nuevos aprendizajes con las herramientas necesarias para su mejor asimilación y comprensión.
Por tanto, un entorno enriquecido debe contener:
- Elementos o actividades novedosas, que supongan un reto para los alumnos o niños.
- Experiencias, objetos e información con los que interactuar y de los que obtener retroalimentación.
- Guías (docentes o padres) que los inviten a crecer y a enriquecer sus conocimientos.
Si tenemos en cuenta la plasticidad cerebral, entenderemos que un entorno que favorezca el enriquecimiento cerebral hará que se creen nuevas conexiones y, por tanto, mejorará la calidad de los aprendizajes adquiridos.
En los hogares podemos crear esos entornos favorables para el cerebro, estableciendo momentos de lectura, fomentando el deporte y la tertulia, ampliando las experiencias vividas, proporcionando una alimentación equilibrada y dando estabilidad emocional a todos los miembros de la familia.
Todos los actores son importantes para el desarrollo de una película, al igual que todos los elementos deben ser tenidos en cuenta para el crecimiento de una planta; por ello, deberíamos tener presente la importancia del entorno en el que se desarrolla el cerebro del niño y la importancia de los actores y factores que rodean ese aprendizaje: experiencias, protección, salud, etc.
En los primeros años de vida del niño, podemos intervenir en la creación de entornos enriquecidos con proyectos de estimulación temprana, desarrollando la inteligencia emocional, fomentando el aprendizaje cooperativo, creando proyectos que desarrollen la comprensión y la reflexión, cuidando la alimentación, generando hábitos deportivos, y siendo responsables con los tiempos de descanso y juego de los niños.
Un buen enfoque educativo es la clave del éxito para las futuras generaciones. Empecemos por tener claros los objetivos y desde ahí caminemos todos en esa dirección.